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Comencemos este nuevo día no recordando nuestros pecados –que son muchos–, sino las misericordias de Dios, ¡porque cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia!

“Debiéramos recordar siempre que todos somos mortales que cometemos errores, y que Cristo actúa con mucha misericordia hacia nuestras debilidades, y nos ama aunque erremos” (Testimonios para la iglesia, t. 1, p. 341).

Padre celestial, cuando pienso en lo mucho que te he fallado, y en lo mucho que me has perdonado, pregunto al igual que Miqueas: “¿Qué Dios como tú, que perdonas mis pecados y los sepultas en lo profundo del mar?”

27 de enero

Ver rostros

“Al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento” (Juan 9:1).

Una de mis historias favoritas de la Biblia es el relato de la curación del ciego de nacimiento, registrada en el capítulo 9 del Evangelio de Juan. Aunque parezca extraño, me gusta especialmente por la manera en que comienza el relato: “Al pasar Jesús vio a un ciego de nacimiento”.

¿Qué de especial tiene el hecho de que el Señor haya visto a este ciego? Lo especial es, precisamente, que Jesús lo haya visto; es decir, que se haya fijado en él. Es verdad que también la gente veía a este ciego cada día, ¿pero quién se fijaba en él?

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