Читать книгу Nuestro maravilloso Dios онлайн
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Imaginándose “la causa” de lo ocurrido, Buckingham salió de la casa en busca de Tim. Lo encontró, sentado, riéndose a carcajadas. Después de darle un buen regaño, los dos padres procedieron a calmar a Sandy. Lo lograron a medias. Esa noche Sandy no podía dormir. Le explicaron que todo había sido una broma de su hermano, y que lo que vio fue el movimiento de una sábana.
Al fin lograron que Sandy se acostara sola en su cuarto, pero la niña no quería que apagaran la luz. A pesar de los razonamientos, ella insistía en que dejaran la luz prendida. Entonces Buckingham tuvo una idea. Después de apagar la luz, se acostó al lado de Sandy. En cuestión de segundos, la niña dormía profundamente (Where Eagles Soar, p. 110).
¿Era realmente la luz lo que Sandy necesitaba? ¿O, más bien, la seguridad de que su padre estaba a su lado?
Cuando en tu peregrinaje por esta vida sientas que te rodean las tinieblas del desánimo; cuando te asalte la duda y seas presa de la angustia, recuerda que, en tales momentos, la presencia de Dios está contigo. Lo que esto significa es que, no importa cuán difícil sea tu situación, tu Padre celestial será tu luz y tu seguridad.