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¡Claro que lo son, doctor! Por eso, el apóstol nos exhorta a mantenernos atentos, “siempre orando por todos los santos”.

14 de febrero

¿Es ciego el amor?

“Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido” (1 Corintios 13:1, NVI).

¿Es ciego el amor? Esta es la pregunta que se discutía en una clase de la Escuela Sabática de una iglesia a la que asistí, precisamente cuando se celebraba el Día del Amor y la Amistad. Después de unos minutos de discusión, la conclusión fue que la ceguera no está en el amor, sino en la pasión. Muy de acuerdo. Recordemos que fue en un arrebato de pasión que Siquem violó a Dina, la hija de Jacob (ver Gén. 34); y fue también como consecuencia de una pasión descontrolada que Amnón, hijo de David, violó a Tamar, su medio hermana (2 Sam. 13). El amor, en cambio, no es ciego; todo lo contrario: ve muy bien. Ve en el ser amado lo que otros no ven; ve cualidades que para los demás pasan fácilmente inadvertidas. La razón por la que esto ocurre la expresa muy bien Jan Vanier, cuando dice que amar es revelar a una persona la belleza que hay en su corazón (The God Who Won’t Let Go, p. 98).

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