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Un día, mientras regresaba de atender a un niño que estaba muy enfermo, dos minas antitanques estallaron y el vehículo en el que viajaba voló por los aires. Eran las 12:45. El conductor del vehículo murió días después, y el Dr. Landless sufrió varias heridas. Apenas se recuperó, llamó a su esposa Rosalind. Cuál no sería su sorpresa cuando ella le dijo: “Estábamos en la iglesia, almorzando después del servicio, cuando oramos por ti. Eran las 12:45”. Después de hablar con su esposa, llamó a su mamá, para decirle que estaba bien. Al oír la voz de su hijo, la señora le preguntó:
–¿Has estado involucrado en algún accidente?
–Sí –respondió Peter.
–Hoy, a las 12:45 –dijo ella– sentí que debía arrodillarme a orar por ti.
Las 12:45. Exactamente a la hora de la explosión, su esposa y su madre, en lugares diferentes, estaban orando por él. Mientras las lágrimas corrían por sus mejillas, Peter Landless pensó: “¡Qué bendición! Las oraciones de quienes nos aman, y en favor de quienes amamos, son eficaces” (Really Living, pp. 78-82).