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La otra cosa que podemos hacer es ¡dar gracias a Dios por su don inefable! (2 Cor. 9:15); agradecerle por ese regalo tan precioso que nos dio en la Persona de su amado Hijo. ¡Y esto es algo que podemos hacer en este mismo instante!
Gracias, Padre celestial, porque no esperaste a que me reconciliara contigo para hacer de mí el objeto de tu supremo amor. Gracias por haber visto en mí un ser de mucho valor; de tanto valor como para que tu amado Hijo muriera en una cruz donde debí morir yo.
16 de febrero
Dios sabe
“Los ojos de Jehová están sobre los justos y atentos sus oídos al clamor de ellos” (Salmo 34:15).
“Nunca sabes lo que un nuevo día puede traer”, escribe Warren W. Wiersbe, “así que, mantén tus ojos abiertos, y tus oídos atentos a lo que el Señor te quiera comunicar” (With the Word. A Devotional Commentary, p. 49).
Muy atento tiene que haber estado Moisés cuando, mientras apacentaba las ovejas de su suegro Jetro, vio una zarza que ardía pero no se consumía. “Iré ahora para contemplar esta gran visión, por qué causa la zarza no se quema”, se dijo Moisés a sí mismo. No imaginó que, al acercarse a la misteriosa zarza, tendría un encuentro personal con “el Ángel del Señor” (Éxo. 3:2, RVC).