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Otra cosa sucede cuando hablamos de “remendar”. Según el Diccionario de la Real Academia Española, esta palabra significa, en su primera acepción, “reforzar con remiendo lo que está viejo o roto, especialmente ropa”. Es decir que, a diferencia de los objetos arreglados, la ropa remendada todavía muestra evidencias del daño que una vez existió.

¿Qué punto quería destacar Susan Cooke Kittredge al afirmar que no es lo mismo “remendar” que “arreglar”? Que el remiendo no oculta su historia. Como ella misma lo expresa, el remiendo no dice: “Aquí no ha pasado nada”. Muestra las huellas de que algo malo ocurrió. Pero no se detiene ahí. Además de preservar la historia del daño, también señala que todavía hay futuro. En otras palabras, el remiendo habla de nuevos comienzos; dice que, por muy rota que la tela haya estado, todavía tiene utilidad (This I Believe, t. 2, p. 138).

¿Es posible arreglar completamente lo malo que en el pasado hemos hecho, como si nada hubiera sucedido? No, porque las huellas quedan. Una relación rota, un corazón herido, un pecado cometido... Cómo desearíamos que todo fuera hoy como si nada hubiera sucedido. Pero no es posible, no solo porque hubo una caída, una herida, un pecado; sino también porque hubo consecuencias.

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