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¡Qué cosas tan extrañas a veces hace Dios! En ese momento Moisés ya no era un príncipe de Egipto. Era, por así decirlo, un fugitivo de la justicia, que había huido a Madián después de haber dado muerte a un capataz egipcio que golpeaba a un hebreo. Ya no tenía las mismas fuerzas y, seguramente, tampoco el mismo entusiasmo. Sin embargo, en el “cronograma” de Dios había llegado el tiempo de la liberación, y Moisés había sido escogido para cumplir esa gloriosa misión.
¿Exactamente qué mensaje tenía el Ángel del Señor para Moisés? Leamos: “Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus opresores, pues he conocido sus angustias. Por eso he descendido para librarlos de manos de los egipcios” (vers. 7, 8).
¿Te diste cuenta de lo personal que es ese mensaje? “He visto su aflicción”, “He oído su clamor”, “He conocido sus angustias”. Es difícil leer este pasaje y no experimentar cierta emoción. ¡Dios oye los clamores de sus hijos, y conoce sus angustias! Este es precisamente el mensaje de nuestro texto bíblico para hoy: “Los ojos de Jehová están sobre los justos y atentos sus oídos al clamor de ellos”.