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Gracias, Padre celestial, porque a pesar de mis continuos errores y pecados me recibes cada vez que acudo a ti en busca de perdón. Gracias, además, por tu promesa de que siempre estarás conmigo hasta el fin del mundo.
10 de febrero
¿Debajo de un cajón?
“Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Tampoco se enciende una lámpara y se pone debajo de un cajón, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en casa” (Mateo 5:14, 15, RVC).
¿Qué significa que tú y yo seamos la luz del mundo? Básicamente, que no importa cuán densas sean las tinieblas que nos rodean, hemos de brillar para la gloria de Dios. El apóstol Juan nos dice por qué ha de ser así: porque “la luz alumbra en la oscuridad, ¡y nada puede destruirla!” (Juan 1:5, TLA). Esta realidad la ilustra muy bien una experiencia que hace años vivió Charles Colson al visitar la prisión estatal de Míchigan, Estados Unidos . Cuenta Colson que, después de haber hablado a un numeroso grupo de reclusos en el salón de actos de la prisión, lo llevaron a la sección donde se encontraban los asesinos condenados a muerte. Su sorpresa fue grande al ver que estos criminales, condenados a muerte como enemigos de la sociedad, estaban fuera de sus celdas, en compañía de personas que estaban desarmadas, incluyendo a una jovencita cristiana que había ido a cantar.