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Sobre ningún otro día de la semana pronuncia Dios su bendición. De ningún otro día dice él que es señal de santificación (ver Eze. 20:12). Nos recuerda, además, que por ser el Creador, él es el único digno de nuestra adoración. “Para que esta verdad jamás se borrara de la mente de los hombres”, leemos en El conflicto de los siglos, “Dios instituyó el sábado en el Edén; y mientras el ser él nuestro Creador siga siendo motivo para que lo adoremos, el sábado seguirá siendo su señal y monumento” (p. 491).
¡Con razón el Mandamiento comienza con un “acuérdate”! Es decir, acuérdate de adorar “a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas”. Y acuérdate de que tu Creador quiere encontrarse personalmente contigo en el día que él bendijo y santificó.
¿Lo dejarás esperando?
Gracias, Padre celestial, por ese precioso “acuérdate”. Además de recordarme mi noble origen, tu día santo también me recuerda que eres digno de mi adoración y mi alabanza.
8 de febrero
¡Anímate!
“Todos los días del desdichado son difíciles, pero el de corazón alegre tiene un banquete continuo” (Proverbios 15:15).