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Luigi se superaba permanentemente en sus logros atléticos y en sus proezas físicas, de las que se sentía orgulloso. Siempre iba por más. Era un triunfador nato que conseguía todo lo que se proponía.

Para Ciccio, la gloria era un objetivo soñado, producto de fantasías infantiles propiciadas por la historia de personajes épicos de su Sicilia natal. Su naturaleza rebelde lo impulsaba a buscar logros fantásticos, sin medir las consecuencias. Sus pretensiones no se sostenían en mayores fundamentos que un fuerte voluntarismo antojadizo pero despojado de caprichos.

Al contrario, para Luigi la gloria era un objetivo planeado que sólo podía resultar inalcanzable de mediar circunstancias fortuitas. Había conseguido, prácticamente, todo lo que se había propuesto. Deportista destacado, dotado de un cuerpo envidiable. Dueño de una belleza física que hacía ilusionar a las muchachas de su pueblo, había transcurrido su adolescencia en un ambiente confortable, sin necesidades juveniles insatisfechas. Su padre era un arquitecto romano que, contratado en Busto Arsizio para un emprendimiento importante, poseía una tranquilidad económica sólida. Además, su madre pertenecía a ilustres familias, tradicionalmente ligadas a la industria del cuero en esa ciudad. Hijo único, con pinta y buen pasar económico, Luigi era un apasionado de sus logros personales, tanto en el estudio como en el deporte, y en su vida social y cultural.

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