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En los dos días siguientes, en los que no tenían asignadas tareas específicas, conversaron mucho sobre el conflicto. Luigi le habló de las razones de esta conflagración, de los intereses en juego y también algo de estrategia militar. Era muy exigente en sus planteos y estaba decidido a que Ciccio abandonara de a poco su orfandad de conocimientos.

Con sencillez, explicó a Ciccio dónde se hallaban geográficamente. Le ilustró con detalles hacia dónde iban y qué se esperaba de una conflagración mundial que había comenzado tres años atrás, en 1914, sin la participación italiana en el primer año de lucha. Ciccio comenzó a familiarizarse con los accidentes geográficos, de ríos y montañas, que comentaba Luigi, encontrándolos parecidos a las colinas de su Ragusa natal. La importancia del rio Isonzo le llamó mucho la atención. Se quedó admirado al saber que en sus riberas ya se habían desarrollado nueve batallas muy cruentas.

Le impresionó conocer que en la primera de las batallas, en cinco días, murieron alrededor de 30.000 soldados italianos y que se registraron casi veintisiete mil bajas en el ejército austro húngaro.

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