Читать книгу Hay quienes eligen la oscuridad (versión latinoamericana). Cinco mujeres desaparecidas y ningún culpable онлайн
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CAPÍTULO 7
Chicago, 16 de octubre de 2019
RORY ENTRÓ EN EL ASILO de ancianos y se dirigió a la habitación 121. Las luces estaban atenuadas, y el televisor encendido le daba un brillo azul al dormitorio. La mujer que estaba tendida, inmóvil, con los ojos abiertos, no dio señales de registrar su presencia cuando ella se aproximó a los protectores laterales de la cama de hospital. Rory se sentó y miró a la anciana, cuyos ojos seguían fijos en el televisor, como si ella fuera invisible.
Rory extendió el brazo y le tomó la mano.
—Tía Greta. Soy yo, Rory.
Su tía abuela se succionó sobre los labios, como hacía cuando las enfermeras le quitaban las prótesis dentales.
—Greta —insistió Rory en un susurro—. ¿Me oyes?
—Traté de salvarte —dijo la anciana—. Lo intenté, de veras, pero la sangre era demasiada.
—Ya está —la calmó Rory—. Ya está, ya pasó.
—Sangrabas mucho. —Su tía abuela la miró—. Había demasiada sangre.
Una enfermera ingresó en la habitación.
—Traté de encontrarte antes de que entraras, discúlpame. Hoy está teniendo un mal día.