Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн
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ánimo, que en griego se llama hormen. Y si no es cultivado y sostenido derecho por buena costumbre, poco vale la siembra, y más valiera no haberlo sembrado. Y por eso quiere San Agustín y aun Aristóteles, en el segundo de la Ética, que el hombre se afane en hacer bien y refrenar sus pasiones, para que este tallo que se ha dicho se endurezca por buena costumbre y se afirme en su rectitud, de modo que pueda fructificar y salir de su fruto la dulzura de la humana felicidad.
XXII
Uno de los mandamientos de los filósofos morales que han hablado de beneficios, es que el hombre debe su ingenio y solicitud en que sus beneficios sean todo lo útiles posible para quienes los recibe. Por lo cual yo, queriendo obedecer tal mandato, me propongo que este Convivio mío sea lo más útil que yo pueda. Y como en este punto se me presenta ocasión de poder hablar algo de la dulzura de la humana felicidad, creo que no se puede hacer razonamiento más útil a quienes no la conocen; porque, como dice el filósofo en el primero de la Ética, y Tulio en el del Fin de los Bienes, mal puede seguir a la bandera quien antes no la ve; y así mal podía ir a esta dulzura quien antes no la divisa. Por lo cual, como quiera que ella es nuestro final descanso por el cual vivimos y hacemos nuestras obras, es utilísimo y necesario ver este signo para dirigir a él el arco de nuestra obra. Y hase de alabar, sobre todo, a aquel que la muestra a quienes no lo ven.