Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн

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Las recibieron con gran cordialidad. Nada parecía mal en el seno de la familia de la Casa Grande; toda ella -como Ana sabía muy bien- era completamente irreprochable. La media hora transcurrió agradablemente, y Ana no se sorprendió en absoluto cuando al marcharse María invitó a las dos señoritas Musgrove a que las acompañaran en su paseo.

CAPITULO VI

Ana no necesitaba visitar Uppercross para saber que, cuando se traslada de un lugar a otro, aunque no sea más que a tres millas de distancia, la gente suele cambiar de conversaciones, de opiniones y de ideas. Había estado allí antes y siempre lo había notado, y hubiese querido que los otros Elliot tuviesen ocasión de ver_ cuán desconocidos y desconsiderados eran en Uppercross los asuntos que en Kellynch Hall se trataban con tanto interés y general aspaviento. Pese a esta experiencia creía que iba a tener que pasar por una nueva y necesaria lección en el arte de aprender lo poca cosa que somos fuera de nuestro propio círculo. Ana llegó totalmente embargada por los acontecimientos que habían tenido en vilo durante varias semanas las dos casas de Kellynch, y esperó encontrar más curiosidad y simpatía de las que hubo en las observaciones separadas pero similares que le hicieron el señor y la señora Musgrove.

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