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Los huéspedes de los Musgrove y éstos compartían la misma impresión acerca del capitán Wentworth: una admiración general y calurosa. Pero esta convicción unánime produjo mucho desagrado e incomodidad a un tal Carlos Hayter, quien al volver a reunirse con el grupo, pensó que el capitán Wentworth estaba absolutamente de sobra.
Carlos Hayter, un joven agradable y gentil, era el mayor de los primos, y entre él y Enriqueta había existido, según parecía, una considerable atracción antes de la llegada del capitán Wentworth. Era pastor y tenía un curato en las inmediaciones, en el cual no era imprescindible residir y, por lo tanto, lo hacía en casa de su padre, que distaba escasas dos millas de Uppercross.
Una corta ausencia había dejado a su dama sin vigilancia, en un período crítico de sus relaciones, y al volver, tuvo el disgusto de encontrar los modales de ella cambiados y de ver allí al capitán Wentworth.
Mrs. Musgrove y Mrs. Hayter eran hermanas. Ambas habían tenido dinero, pero sus matrimonios establecieron entre ellas una gran diferencia. Mr. Hayter poseía algo, pero su propiedad era una nadería comparada con la de los Musgrove; por otra parte, los Musgrove pertenecían a la mejor sociedad del lugar, mientras que a los Hayter, debido a la vida ruda y retirada de los padres, a los defectos de su educación y al nivel inferior en que vivían, no podía considerárseles como pertenecientes a ninguna clase, y el único contacto que tenían con la gente provenía de su parentesco con los Musgrove. Este hijo mayor, naturalmente, había sido educado como para ser un culto caballero y, por lo tanto, su educación y maneras eran muy diferentes a las de los demás.