Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн

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Mrs. Musgrove no pudo replicar nada. Por otra parte, jamás había oído mencionar aquellos lugares.

-Y puedo asegurarle, señora -continuó Mrs. Croft, que nada hay superior a las comodidades que proporcionan los marinos. Hablo, por supuesto, de los navíos de primera calidad. Cuando se viaja en una fragata, como es natural, una está más confinada, pero cualquier mujer razonable puede ser perfectamente feliz en esta clase de barcos. Yo puedo afirmar que los períodos más felices de mi vida los he pasado a bordo.,Cuando estábamos juntos, ¿sabe usted?, no había nada que temer. A Dios gracias he tenido siempre excelente salud y los cambios de clima no me afectan en absoluto. Unas pocas molestias las primeras veinticuatro horas de hacerse a la mar es todo lo que he sentido, pero jamás he estado mareada después. La única vez que en verdad sufrí, en cuerpo y alma; la única vez que no me encontré del todo bien, o que temí al peligro, fue el invierno que pasé sola en Deal cuando el almirante (capitán Croft, por aquel entonces) estaba en los mares del norte. Vivía en constante zozobra, llena de temores imaginarios, sin saber qué hacer con mis horas, o cuándo tendría noticias de él. Pero en cuanto estamos juntos, nada me asusta, y jamás he encontrado el menor inconveniente.

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