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Ocupaban, pues, el mismo sofá, porque la señora Musgrove le hizo lugar en seguida. Solamente la señora Musgrove se interponía entre ellos, y, en verdad, no se trataba de un obstáculo menor. Mrs. Musgrove era bastante robusta, mucho más hecha por la naturaleza para expresar la alegría y el buen humor que la ternura y el sentimiento. Y mientras las agitaciones del esbelto cuerpo de Ana y las contracciones de su pensativo rostro delataban sus sentimientos, el capitán Wentworth conservó toda su presencia de ánimo, informando a una obesa madre sobre el destino de un hijo del cual nadie se ocupó mientras estuvo vivo.

Las proporciones corporales y el pesar no deben guardar necesariamente relación. El cuerpo macizo tiene tanto derecho a estar profundamente afligido como el más gracioso conjunto de miembros finos. Pero, justo o no, hay cosas irreconciliables que la razón tratará de justificar en vano, porque el gusto no las tolera y porque el ridículo las acoge.

El almirante, después de dar dos o tres vueltas alrededor del cuarto, con las manos detrás, y habiendo sido llamado al orden por su esposa, se aproximó al capitán Wentworth, y sin la menor idea de que podía interrumpir algo dio curso a sus propios pensamientos diciendo:

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