Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн
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Al terminar de hablar sólo le respondió el silencio. Hubiese sido una sorpresa para Ana que Luisa hubiera podido contestar de inmediato a este discurso. ¡Palabras tan interesantes, dichas con tanto calor! Podía imaginar lo que Luisa sentía. En cuanto a ella, temía moverse por miedo a ser vista. Al paso de ellos, una gruesa rama la protegió y pasaron sin advertir su presencia. Antes de desaparecer, sin embargo, volvió a oírse la voz de Luisa:
-María es muy buena en ciertos aspectos -dijo-, pero a veces me enfada con su estupidez y orgullo, el orgullo de los Elliot. Tiene demasiado del orgullo de los Elliot. Hubiéramos preferido que Carlos se casara con Ana. ¿Sabía usted que era a ésta a quien pretendía?
Después de una pausa, el capitán Wentworth preguntó:
-¿Quiere decir que ella lo rechazó?
-Eso mismo. ¿Cuándo ocurrió esto?
-No podría decirlo con exactitud, porque Enriqueta y yo estábamos por entonces en el colegio. Creo que un año antes de que se casara con María. Hubiera deseado que Ana aceptara. A todos nos gustaba ella muchísimo más, y papá y mamá siempre han creído que todo fue obra de su gran amiga Lady Russell. Ellos creen que Carlos no era lo suficientemente cultivado para conquistar a Lady Russell, y que, por consiguiente, ésta persuadió a Ana de rechazarlo.