Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн

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—¿Quieres decir que has ido a una médium? —preguntó Jordan de broma.

—¿Cómo? —nos miraba confundido mientras reíamos—. ¿Una médium?

—A preguntarle por Gatsby.

—¡Gatsby! No, no he ido. He dicho que he hecho una pequeña investigación sobre su pasado.

—Y has descubierto que estudió en Oxford —dijo Jordan, colaborando.

—¡Oxford! —exclamó, incrédulo—. ¡Qué estupidez! ¡Y lleva un traje rosa!

—Pero ha estudiado en Oxford.

—En Oxford, Nuevo México —Tom lanzó un bufido de desprecio—, o en algún sitio por el estilo.

—Dime, Tom. Si eres tan esnob, ¿por qué lo has invitado a comer? —preguntó Jordan de mal humor.

—Lo ha invitado Daisy: lo conoció antes de casarnos. ¡Dios sabe dónde!

Ahora los tres estábamos irritables porque pasaban los efectos de la cerveza y, dándonos cuenta, viajamos un rato en silencio. Cuando aparecieron al fondo de la carretera los ojos descoloridos del doctor T. J. Eckleburg, recordé el aviso de Gatsby sobre la gasolina.

—Tenemos suficiente para llegar a la ciudad —dijo Tom.

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