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¿Qué fue entonces de mí? No lo sé. Era incapaz de sentir nada, y las únicas cosas que podía ver eran cadenas y oscuridad. En realidad, algunas veces soñaba que paseaba con los amigos de mi juventud por prados llenos de flores y encantadores valles; pero me despertaba y me encontraba en una mazmorra. Después me invadió la melancolía, pero poco a poco fui obteniendo una idea clara de mis desdichas y mi situación, y entonces me sacaron de allí. Porque me habían dado por loco; y durante muchos meses, como supe después, había estado ocupando una celda solitaria. Pero la libertad hubiera sido una concesión inútil para mí si al mismo tiempo que despertaba a la razón no hubiera despertado a la venganza. Al tiempo que el recuerdo de mis pasados infortunios me angustiaba, comencé a pensar en su causa… el monstruo que yo había creado, el miserable demonio que yo había arrojado al mundo para mi propia destrucción. Me invadía una furia enloquecida cuando pensaba en él… y deseaba y rogaba ardientemente poder atraparlo para poder desatar un feroz e imborrable rencor sobre su maldita cabeza.

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