Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн

616 страница из 1361

La mujer sintióse muy complacida por el éxito de su treta, pues mientras tuviera uno de los zapatos era dueña de la mitad de su poder y Dorothy nada podría hacer contra ella, aunque hubiera sabido cómo dañarla.

Al ver que había perdido uno de sus bonitos zapatos, la niña se encolerizó mucho y dijo a la Bruja:

—¡Devuélveme mi zapato!

—Nada de eso —fue la respuesta—. Ahora es mío y no tuyo.

—¡Eres una malvada! —exclamó Dorothy—. No tienes derecho a robarme el zapato.

—Lo retendré de todas maneras —repuso la Bruja, riéndose de ella—. Y algún día te quitaré también el otro.

Esto enfadó tanto a Dorothy que, tomando el cubo lleno de agua que tenía cerca, arrojó su contenido sobre la Bruja, mojándola de pies a cabeza.

Al instante lanzó la mujer un agudo grito de terror, y luego, mientras Dorothy la miraba asombrada, empezó a encogerse.

—¡Mira lo que has hecho! —Chillaba—. En un momento me derretiré toda.

—Lo lamento de veras —murmuró Dorothy, muy asustada al ver que la Bruja se estaba derritiendo realmente ante sus ojos.

Правообладателям