Читать книгу Alfonso X. Esplendores y sombras del Rey Sabio онлайн
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En este escenario de conquistas y musulmanes en progresiva fractura le tocará crecer a Alfonso. Incluso, siendo niño iba a conocer la batalla de cerca al participar en una de las tantas campañas militares con las cuales su padre ambicionaba reinstaurar la cruz en toda la península.
3
La primera hora del infante
Agua bendita y leche noble
Había dos urgencias: resguardar el alma y el cuerpo del heredero.
El futuro monarca debía recibir cuanto antes el primero de los siete sacramentos de la Iglesia. En la época, el bautismo lejos estaba de ser un acontecimiento social: se trataba de un acto de preventiva piedad. Era necesario apresurarse a borrar el pecado original y acristianar al neonato. Se debía salvar su alma convirtiéndolo en miembro de la Iglesia, pues muchas fatalidades amenazaban la supervivencia de los recién nacidos. Ni siquiera ser hijo de un rey o de un ricohombre evitaba que su existencia se truncara por alguna anomalía congénita, una infección puerperal, un resfrío mal tratado. Y según la creencia católica de esa época, si la criatura fallecía antes de haber sido bautizada el destino de su alma estaba sellado: permanecería eternamente en “el limbo de los niños”.