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Esta división del tablero ibérico se había conseguido merced al empuje de los ejércitos católicos que habían conquistado buena parte de al-Andalus. Ese era el nombre dado por los moros al territorio hispano de los visigodos, a donde habían llegado entre 711 y 718.

Hacia 1210, cuando Alfonso VIII el Noble –bisabuelo del futuro Alfonso X– llevaba más de medio siglo en el reinado, los ejércitos cristianos habían logrado algunos escasos éxitos militares sobre los almohades. Surgido en Marruecos, estos conformaban un movimiento radical del islam que llegó a dominar el Magreb y el sur de la península a partir de 1147, estableciendo su capital en Sevilla.


Península ibérica en 1200

¿Qué había impedido a los reinos del norte apoderarse de toda la península? Complotaron dos factores. En las últimas décadas del siglo XII había resurgido la hostilidad entre los reinos de Castilla y de León, que tuvieron monarcas diferentes desde 1158 hasta 1230. Y eso impedía al Noble desplegar toda la capacidad militar de los reinos cristianos.

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