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Se había sumado la estrepitosa derrota sufrida por Alfonso VIII frente a los almohades en 1195 en Alarcos, cerca de la actual Ciudad Real. Ese fracaso desestabilizó a Castilla y puso a los demás soberanos católicos en contra de ese monarca.

El inicio del desgranamiento musulmán

El 16 de julio de 1212, en un llano chocaron dos ejércitos de magnitudes nunca antes vistas en la guerra entre la cruz y la Luna creciente y la estrella del islam. En la batalla de las Navas de Tolosa se impusieron las fuerzas a caballo y a pie de los cristianos, mientras que las huestes del califa almohade Muhammad Al-Nasir quedaron destrozadas. Fue una victoria decisiva para el devenir de lo que los hispanos llamaban restauratio, pues postulaban que con sus campañas restauraban el cristianismo en territorios que les pertenecían por considerarse herederos de un remoto pasado visigodo.



Península ibérica en 1212

Con todo, los triunfadores se tomaron su tiempo para repoblar las ciudades recuperadas e incluso no avanzaron hasta Sevilla, la capital almohade. Y en 1214, Alfonso VIII y los almohades acordaron una tregua. Mientras durase el armisticio, el rey de Castilla se comprometía a no organizar una nueva campaña militar y a evitar que otro reino católico utilizara su territorio como punto de partida para alguna expedición bélica.

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