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Con todo, muy fiel a su estilo, cada vez que a doña Berenguela le había tocado ser madre no tuvo pruritos en romper con esa costumbre: ella misma amamantó a todos los hijos que tuvo con Alfonso IX. Al parecer, pretendió que su nuera la imitara. Pero los pechos de Beatriz no producían la leche que necesitaba Alfonso. Y fue la mismísima suegra quien se encargó de buscar ese vital reemplazo: contrató como ama nutricia a Urraca Pérez.

Era esta una corpulenta toledana casada con García Álvarez, hombre que desde hacía muchos años le era fiel a la Reina Madre. Además, varios miembros de la familia de Urraca ostentaban importantes cargos en la administración de la ciudad de Toledo. Era la mujer ideal para brindarle a Alfonso una teta con leche en cantidad y calidad.

Así, luego de cuatro meses de nacido, el primogénito seguía vivo y gozaba de excelente salud como para que se cumpliera lo dispuesto por la abuela Berenguela y que formalizaba la sucesión de Fernando III. El 21 de marzo de 1222, Alfonso inició su vida pública cuando en Burgos recibió el homenaje de todo el reino y fue reconocido oficialmente como heredero de la corona castellana. Pasó entonces a ser tratado o mencionado en los documentos como el “Infante Alfonso”.

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