Читать книгу Alfonso X. Esplendores y sombras del Rey Sabio онлайн

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No mucho después de firmado el tratado, Teobaldo I comenzó a titubear. Creyó tener suficiente poder para gobernar y repeler cualquier invasión. Cuando le informó a Fernando III que daba por anulado el pacto, al parecer lo hizo sin medir las posibles consecuencias.

En el siglo XIII, romper de manera unilateral un acuerdo matrimonial entre reyes era tomado como una ofensa por el otro monarca firmante. Y de la tranquila diplomacia con que al principio Fernando buscó el cumplimiento del acuerdo, pasó a la inminencia de una guerra para limpiar su honor. Sí, porque no solo rompió el compromiso de su hija con Alfonso, sino que también en 1236, como parte de su proyecto de acercarse políticamente a Francia, prometió a Blanca con Otón III, conde de Borgoña.

Era de palabra débil, el navarro. Roto este nuevo compromiso, ese mismo año la princesa terminó casada con Juan I de Bretaña.

Aceleró así la guerra con Castilla y León. Y para evitar enfrentar a un reino con mayor fuerza militar que la suya, en 1237 Teobaldo solicitó la intervención del papa Gregorio IX. Logró convencerlo de que debía ausentarse de su reino para ocuparse de una cruzada y su ejército no podría atender el frente castellanoleonés. Excusa muy bien pensada. El pontífice sostenía que los reinos cristianos no debían luchar entre sí: la prioridad era ir contra los moros.

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