Читать книгу Panza de burro онлайн
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Y entonces Isora le dijo Eufracia, Eufracia, que se ahoga! Y la mujer levantó la cara, con la boca toda babada como una babosa restregada por el piso del patio, con la cara hecha de caminos de baba de babosa y le dijo y si esto no le baste, que le baste la gracia de Dios, que es grande,
Amén!
Jesús!
Y Eufracia empezó a rezar el credo. Y yo también empecé a rezar. Y me puse nerviosa porque a mí nadie me había enseñado a rezar. Y solo moví la boca, bisebisebisebisé, hasta que Isora me dijo estoy curada, jarrapa, shit, vámolos pa la venta.
COMO TURMAS DEBAJO DE LA PINOCHA
AZUL MARINO, ROSADO, AMARILLO, MÁS AMARILLO, AMARILLO quemado, amarillo güevo frito, rojo. Así eran las casas del barrio, de muchos colores, como las casillas del ludo. De todos los colores y a medio empezar, a medio terminar, pero ninguna completa, eran casas como mostruos incompletos. Casi todas con alguna parte sin encalar, con los bloques descubiertos, con los bloques con mujo y humedades. Casi todas construidas por sus propios habitantes. Piedra a piedra, bloque a bloque. Casi todas ilegales. Casi todas distribuidas por familias: Los Quemados, Los Puños, Los Güeveros, Los Casianos, Los Caballos, Los Chinos, Los Fajineros, Los Negros. Como pajaritos que fabrican los nidos unos cerca de los otros, unos encima de los otros, para protegerse.