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Folch asintió con la cabeza y fijó la vista en Vila cuando este tomó la palabra.

—El Ayuntamiento de Barcelona quiere ser pionero en eshta política social y nos ha encomendado que, a la mínima que tengamosh oportunidad, la pongamos en práctica. Nuestros sueldos salen de las arcas del Eshtado y las Administraciones Públicas son nuestros… —Vila hizo el gesto de comillas en el aire—. Jefes. Así que debemos cumplir con sus comandas.

Carbonell se colocó bien la corbata azul marino con lunares blancos que caía sobre la camisa celeste. Dejó de mirar a su asistente para centrar la vista en el abogado, que los escuchaba atentamente.

—Creemos que el caso en el que nos enfrentamos hace unos días podría ser el adecuado.

—¿Se refiere al caso de Fabián Fuentes? —preguntó Folch.

—Así es.

Dudó un instante el abogado, confuso.

—No sé cómo puedo ayudarlos en ese caso, caballeros. Lo hice lo mejor que pude, formulé las preguntas correctas, estudié las posibles cuestiones que podría plantear la Fiscalía, pero sería un necio si no reconociera que la decisión del jurado tiene mala pinta.

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