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El chico mostró una mueca sarcástica en sus labios y con su falta de respuesta reconoció la derrota.

Un murmullo incómodo sobrevolaba el aula, a la cual había descolocado esta situación repentina. Melissa levantó la mano y sin esperar turno soltó:

—El placer.

Ganiz observó a Melissa con ojos de quien descubre una serendipia. La sonrisa cómplice que le dirigió demostraba agrado en esa respuesta.

—¿Cuál es tu nombre?

—Melissa —contestó sonrojada.

—Me gusta la contestación de Melissa. —Ganiz caminaba por la tarima con pasos cortos—. En cada momento de placer existe algo de felicidad. Al degustar una comida sentimos placer, al obtener un logro personal o ver una buena película también sentimos placer y, en ese momento, somos felices. Lo que motiva al individuo es la búsqueda de placer y su interés. ¿Cuántos de vosotros habéis sentido placer con el sexo? Me atrevería a decir, sin miedo a equivocarme, que todos. El sexo es placer culminado en su momento más álgido por el orgasmo, que provoca la liberación de endorfinas, las hormonas causantes de la felicidad. Ahora bien, ¿siempre hay que buscar el placer para ser felices?

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