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El juez De Marcos se removió en su silla, inquieto.
—Señor Fuentes, ¿tiene usted hermanos? —preguntó el fiscal.
—Sí, un hermano. Lucio.
—Según veo en los documentos aportados al caso, sufre usted un trastorno mental; esquizofrenia, concretamente. ¿Es así?
Fabián Fuentes asintió con la cabeza.
—Señores del jurado, quiero indicarles que el señor Fuentes ha recibido autorización psiquiátrica para poder prestar testimonio dado que, en estos momentos, se encuentra en posesión de sus plenas facultades mentales. Por tanto, deben tomar sus respuestas como plenamente válidas.
Carbonell se detuvo un instante para dar tiempo a que los miembros del jurado anotaran aquello, y cogió un pequeño mando electrónico que reposaba al lado de su libreta de apuntes. Lo dirigió a la pantalla que había colocada al lado de la silla en la que estaba sentado el interrogado.
—Dígame, señor Fuentes, ¿es este su perfil de Facebook?
Fuentes asintió con la cabeza, sin poder disimular su cara de preocupación.
La pantalla de televisión se iluminó y apareció una fotografía tomada de noche, en la que se apreciaba un tumulto de gente con banderas, pancartas y sosteniendo carteles. La instantánea era oscura y con poca resolución, lo que provocaba cierta dificultad para apreciar los rostros de algunos de los integrantes.