Читать книгу Lágrima Dulce онлайн

11 страница из 85

En su mano derecha llevaba cogido el maletín de piel marrón, disponiéndose a salir de los juzgados, cuando por su espalda escuchó un repiqueteo de pasos ligeros.

—¡Ha estado magnífico, señor Carbonell!

—¿Cuántas veces debo decirte que puedes llamarme Raimon, Vila?

Pascual Vila llevaba cinco años siendo el asistente de Carbonell. Es decir, el asistente del fiscal. De cara rechoncha y mejillas sonrosadas, exhibía una escasa telaraña de pelo peinado de forma que disimulara al máximo su incipiente calvicie. Su cuerpo chato no superaba el metro sesenta y cinco de estatura, lo que provocaba que la mayoría de trajes le fueran grandes y se pisara el bajo del pantalón. No tuvo que superar más oposiciones estatales que el dedo índice de Carbonell para convertirse en el nuevo ayudante del fiscal, lo que le agradecía diariamente siendo extremadamente leal y diligente en su trabajo.

—Disculpe, sheñor. La costumbre.

—Veo que las sesiones con el logopeda van viento en popa —soltó Carbonell, burlón.

—Hago lo que puedo con esa letra del demonio, sheñor. El doctor Martí me dice que no pronuncio bien la letra ese cuando eshtoy nervioso o excitado.

Правообладателям