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—¿Reconoce dónde fue tomada esta fotografía?

Titubeó el imputado antes de contestar:

—Es la manifestación en contra de los derechos de los homosexuales, cerca de la plaza de España.

—Esta manifestación tuvo lugar a la misma hora en la que el forense determinó la muerte de la joven. Y desde la plaza de España al parque de la Ciutadella hay casi cinco kilómetros de distancia.

Carbonell hizo una pequeña pausa. Premeditada.

—¿Es usted el individuo con camisa blanca que aparece en esta fotografía?

Fuentes rumió la respuesta. Demasiado, para la sencillez de la pregunta.

—Sí, soy yo.

—Por tanto, es imposible que usted estuviera en el escenario del crimen. ¿Quién se encontraba en el parque de la Ciutadella la noche de autos, señor Fuentes?

Fabián Fuentes luchaba por reprimir la lágrima que se asomaba, extrovertida, al balcón de su párpado inferior. Un nudo en la garganta le impedía articular palabra, sintiéndose mínimamente aliviado por ello, ya que se encontraba en un callejón sin salida.

—Le ayudaré —dijo el fiscal—. Su finalidad en este juicio radica en encubrir a una tercera persona como principal culpable en este crimen, usando su esquizofrenia como parte del plan. Usted era conocedor de que esta circunstancia constituiría un atenuante en caso de que lo declarasen culpable del asesinato y, por tanto, su pena se podría ver reducida considerablemente, por lo que decidió actuar como señuelo.

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