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Volví a sentir el latido de mi corazón y entonces comprendí que lo había conseguido. Y sin cruzar el río Estigio o ver a Caronte. Qué extraña y bella era la no existencia humana.

EL SUEÑO

Habían pasado muchas noches en vela. Algunas por disfrute y otras por temores. Al llegar un ocaso más se miraron y abrazaron, decididos ya muchas noches atrás a amarse pasara lo que pasara. Abrazados encontraron la calma, pero uno de los dos se sintió preso y entonces tomó una decisión revolucionaria: se zafó del abrazo y entonces, sólo entonces, sintió que un gran cansancio le embargaba y le hacía cerrar los ojos. Esa noche durmió y al despertar se encontró en soledad.

Entendió que hay caminos, por mucho miedo que causen, que deben recorrerse en solitario. La estrella más bonita es capaz de deslumbrarte y hacerte caminar errado, en cambio si esa misma estrella bonita la tenemos a una distancia prudencial es capaz de brillar y, a la vez, iluminarte el sendero hacia la felicidad. Ese es el verdadero amor.

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