Читать книгу Seguir soñando historia. Una nueva antología de relatos онлайн

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Enfrascado en los recuerdos, donde mi hermano Claudio toma protagonismo, entro en una domus que recuerdo. Estoy en la domus de Tiberio, le veo incluso, está dictando a un escriba que a su vez graba una tabula. Intento escuchar, pero me es difícil y casi al final acierto a escuchar: “A quien nunca debió morir, Julio César Germánico”.

Me bloqueo completamente, Tiberio, mi padre, el que me adoptó como su hijo y me ofreció una carrera como cónsul, está dictando mi epitafio para ser inscrito en una tabula. Eso quiere decir... ¡Oh! ¡Por todos los Dioses!

La muerte nunca es dulce, es una copa de vino amarga y más aún si uno se entera de esta manera tan cruel y extraña de su propio fallecimiento. Yo, Druso Germánico, el conquistador de la tierra más levantisca y bárbara de los confines del Imperio, nunca más volveré a exhalar el aire espeso y turbado del foro ni podré acudir a admirar la belleza prohibida de las vírgenes vestales.

Mientras conducía mi alma en estas tribulaciones, conseguí alcanzar un claro en medio de un bosque. El aire era cálido pero agradable, la temperatura era como una tarde del mes de Iulius.

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