Читать книгу Desconocida Buenos Aires. Pulperías y bodegones онлайн

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El salón es austero. No se necesita mucho. Un puñado de mesas, siempre con sillas de diferentes juegos, ceniceros, cartas y porotos. El mostrador es una postal de la tradición: las botellas de aperitivos, una botella de vino de mesa con tapa a rosca y un sifón de soda. El trapo rejilla, y las copas. Con estas limitadas herramientas, el hombre de campo es feliz. La compañía es el objetivo supremo, los chistes a flor de piel, las anécdotas del día laboral. Cada cual entra y se suma a la charla, la inclusión es total. Los temas son los que importan: el estado de los caminos, los milímetros que ha llovido, la actualidad de las diferentes siembras, el precio de la leche y el anuncio de un inminente viaje a algún pueblo grande cercano, aquellos que viven en un pueblo de frontera conocen de distancias. Siempre se avisa un viaje así para ofrecerse y ser correo, llevar o traer algo. Todas estas delicadas cuestiones sociales se debaten entre un truco y el próximo vale cuatro. Es difícil pensar en un ambiente más humano.

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