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Cosa diferente es que los textos legales tengan arbitrariedades que rozan lo ridículo. En Paraguay por ejemplo una agrupación de 20 familias indígenas constituye una comunidad, pero en cambio una de 19 no. Uno siempre acaba topándose con la fantasía administrativa de que es el legislador quien ordena el mundo. Eso además tiene otra implicación menos simpática, y es que da a entender que -a lo mejor- la propia idea de comunidad indígena es una construcción nuestra, no de ellos.

También es verdad que el concepto cazador recolector ha sido después aplicado, de cualquier manera, a situaciones fuera de contexto en las que nada tiene que ver, rayando a veces lo racista. Frases como …los líderes han aprendido a recolectar proyectos o el grupo recolecta en la ciudad son bobadas revestidas de jerga pseudoantropológica. Que los indígenas se adapten a la economía informal urbana es una estrategia lógica de supervivencia que comparten con cualquier otro colectivo en precariedad.

El Estado

Un poco más arriba he mencionado al Instituto Paraguayo del Indígena. El INDI. Aunque es una institución débil que históricamente se ha dedicado sobre todo a hacer beneficencia, hubo una excepción -entre los años 95 y 98- en los que fue utilizado para la compra de tierras, a menudo con sobrefacturas y amaños entre terratenientes y falsos líderes. Un clásico.

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