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La cosmogonía de un pueblo en desventaja genera simpatías. La Tierra sin Mal ha rebasado el ámbito estrictamente indígena; acogido por otras concepciones disidentes se vinculó a la reivindicación por la tierra de la izquierda cristiana y a la lucha contra el pensamiento dominante (convertido en pensamiento casi único). Pedro Casaldáliga es un referente notorio del indigenismo teológico que llega a relacionar las migraciones guaraníes con el éxodo bíblico.99

Y es que la Tierra sin Mal goza de una carga teleológica de la que carecen otros mitos laicos de la izquierda (tierra y libertad, no pasarán, la tierra para el que la trabaja, a desalambrar…), que al no trascender quedan relegados al papel de consignas. Hay, claro, mitos completos en todas sus dimensiones -teológica, moral, histórica…- poderosísimos pertenecientes a otras tradiciones. Pienso ahora en el ejemplo horroroso de yihad.

La segunda mención que me interesa es al canibalismo, que eso despierta siempre el morbo europeo. Una mezcla de repulsión y fascinación. Recuerdo las numerosas viñetas de los tebeos de mi infancia con el explorador en la cazuela. Tanto en Paraguay como en Guinea Ecuatorial se ha practicado ritualmente. Los fang y los tupinambá.

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