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Cuando yo lo hago, allí, en mi asiento de ventanilla, con las piernas encogidas y las rodillas apoyadas en el respaldo de delante, dejo fluir el tiempo, el atasco y los pensamientos como si estuviera en el cine.40

En esas ocasiones es bueno preguntarse si las vueltas que el hombre da -igual que una noria- alrededor de sus preocupaciones recurrentes (la muerte, el amor, la locura, el conocimiento, el deseo…) constituyen un movimiento en círculo o en espiral.

Me explico; es importante saber qué destino tienen la experiencia y los sentimientos (o en su caso los resentimientos) aprendidos en cada una de nuestras vueltas y si quedan o no anclados en algún lugar. Si es así el trayecto que recorremos -y que nos recorre- va a ser en espiral, como la cuerda de un yoyó. De ese modo, aunque sea imperceptible, cada evolución nos acercará de alguna manera un poquito más al centro. Por el contrario, si quedan girando locos regresaremos en cada vuelta exactamente al mismo punto de partida -como hace el autobús en su recorrido- y estaremos dando indefinidamente rodeos sin movernos del sitio y sin conseguir acercarnos a. Como el burro en la noria.

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