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El conocimiento

La disquisición anterior sobre el lenguaje, si bien un poco larga, era necesaria para encarar el espinoso asunto del conocimiento.

Aunque a estas alturas no creo que nadie piense ya que hay leyes universales esperando a ser descubiertas, vale la pena revisar si seremos -al menos- capaces de ponerle el punto a alguna de las íes, porque lo contrario supondría abandonarnos a la incertidumbre.

Unamuno (de nuevo) defendía que hay que escapar de la perniciosa búsqueda de la verdad única. Vázquez Montalbán fue en eso un poco -poco- más optimista y apostó por la posibilidad de orientarse entre las verdades posibles y las no verdades evidentes.

De acuerdo, renunciemos a las certezas ontológicas; pero a lo mejor podemos aspirar a ciertas verosimilitudes. Algo es algo, aunque se preste mucho peor a esos trabajos encuadernados en piel por triplicado y con letras doradas -qué horror- que abundan en las universidades latinas e invariablemente suelen comenzar con la dedicatoria A Dios que me iluminó…

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