Читать книгу Desórdenes. Volumen III онлайн

35 страница из 146

Y es que cómo nace y cómo muere cada lengua es un asunto apasionante. ¿O no lo son acaso las lenguas artificiales, como las inventadas por algunos antropólogos o escritores? ¿Qué otra cosa es sino el élfico, o el gíglico del fabuloso capítulo 68 de Rayuela?33 Me dicen que el esperanto no ha desaparecido. Ni siquiera el latín -que es el que siempre se pone como ejemplo- está muerto del todo, puesto que se sigue hablando en el Vaticano (aunque no creo que ningún chico lo tenga ya como lengua materna).

Los expertos que se dedican al estudio diacrónico de las lenguas (otra cosa serían los sincrónicos, que construyen cosas tan preciosas y tan poco útiles como el atlas lingüístico que Menéndez Pidal y Navarro Tomás pretendieron hacer en España)34 dicen que casi todo lo que hablamos proviene del indoeuropeo, y que en esa evolución hay un punto en el que los dialectos se convierten en lenguas.

Eso lleva a preguntarse -y la respuesta será muy importante para los nacionalistas- quién es el que define en qué momento se pasa de uno a otra. De nuevo es claramente una cuestión de Poder. Lo que subyace es el miedo a no poder dominar la diversidad (otra cosa es el politiqueo del perfil lingüístico -me contaron del proceso de selección para una plaza de cirujano en un hospital vasco en el que puntuaban casi tanto los conocimientos de euskera como los de cirugía-). Tal vez sería buena idea que -aunque sea un gesto sumamente erótico- los políticos no le metieran tanto la mano a la lengua (ni reprimiendo ni promoviendo) y dejaran que ésta fluyera en su evolución natural.

Правообладателям