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Cosa diferente es la simple bobería; como que tengamos que oír a diputados y tertulianos darse ínfulas repitiendo a cada rato en sede parlamentaria (o en sede judicial) en lugar de decir simplemente en el parlamento o en el juzgado. Lo ensayarán supongo cada mañana ante el espejo. En sede sanitaria.

Si a algún destino conducen estas consideraciones, es a prestar cierta atención a la manera cómo surgen, evolucionan y se mueren las lenguas.

La biblia es en esto coherente con su ideal autoritario. Explica cómo la diversidad es el resultado de un castigo divino (el mito de Babel y el origen de los idiomas). No deja de ser algo venenoso, porque -claro- el sistema cultural no solo nos divide, también nos jerarquiza. Y en el relato esa jerarquización viene avalada por la gracia de Dios. Lo decían hasta las pesetas.

En cuanto a las lenguas, ¿todas son iguales? ¿será que hay unas mejores que otras? Vázquez Montalbán recordaba que en España hubo una época -no tan lejana- en la que el caló tenía más hablantes que el inglés;29 ¿estamos seguros de haber mejorado? ¿quién puede aseverar que la lengua española sea mejor que la esquimal, que tiene nueve palabras diferentes para referirse a eso que nosotros llamamos solamente nieve? ¿es preferible la prefijación o la sufijación? ¿la sonoridad pastosa del alemán o el chasqueo de lengua de los damara en el Kalahari namibio? ¿qué hay del silbo gomero?

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