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Volviendo a las palabras, hay algunas (poquísimas) que funcionan como iconos -a nuestros hijos lo que les suena es emoticonos, pero ese término no proviene como ellos creen de la informática ni de la telefonía-. Es decir, que entre su forma y su significado existe una relación directa. Sucede por ejemplo en zigzag, maullar o kikirikí (en Estados Unidos dicen kukurukú), pero en la inmensa mayoría de los casos el vínculo entre las palabras y a lo que se refieren es arbitrario. No hay nada que sugiera que dos signifique lo que significa y no, por ejemplo, cuarenta y ocho. ¿Cómo se determina eso?

El lenguaje y el Poder

Lo explica muy bien Lewis Carroll en Alicia a través del espejo. El Poder es hacer que las cosas signifiquen exactamente lo que uno desea. Quien maneje el símbolo tendrá el mango de la sartén. Y el mando de la televisión.

-Cuando yo digo una palabra -afirma Humpty Dumpty- significa aquello que yo quiero que signifique; ni más ni menos.

-La cuestión es -contesta Alicia- si uno puede hacer que las palabras signifiquen cosas distintas.

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