Читать книгу Desórdenes. Volumen III онлайн

26 страница из 146

Un problema añadido del lenguaje escrito es que no es capaz de reflejar los silencios. Y son fundamentales. Hay que aprender a interpretar -y a experimentar- los silencios. El refrán uno es amo de sus silencios y esclavo de sus palabras (aunque no lo busquemos el Poder se nos enreda una y otra vez en el lenguaje) tiene su sentido. Por esa razón es imperdonable que se borren las pausas de las transcripciones.

Rebobinando un poco, hay libros cultos que sostienen que el lenguaje es el acuerdo por excelencia y bla, bla, bla… Y ése bla, bla, bla tiene un repertorio de lo más florido:

…lo que nos permite pensar y abordar la realidad …nuestro comportamiento más estructurado …la síntesis de la cultura …el instrumento esencial para constituir la sociedad… (recordemos que al margen de la sociedad -dicen- no pueden vivir más que las fieras y los dioses).

No es fácil definir las cosas. Y si no es sencillo definir un vaso (inténtelo en voz alta y podrá comprobarlo -ojo, no sirve la trampa de recurrir a su función, porque un vaso no deja de ser un vaso aunque lo utilicemos de florero o como sombrero-), si vaso resulta complicado… ¿quién puede definir algo como Estado? A ver si Rajoy se anima, que tampoco es un plato.

Правообладателям