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Bartomeu Meliá sostiene que el universo guaraní no puede ser explicado en castellano, porque cada lengua tiene incorporada una manera propia, particular y diferente de concebir el mundo. Una cosmovisión. Si eso es verdad puede que la etnografía no sea en el fondo otra cosa que un enorme problema de traducción. Y habrá que asumir que para algunas palabras no hay equivalente posible, porque se refieren a conceptos que no son compartidos. Por eso cuando desaparecen las lenguas (y estoy pensando en tantas africanas que no se escriben: shonga, ndau, umbundo, kimbundu, oshiwambo…) se perderá parte de los mundos que ellas nombran.35

Esto tiene relación con algo que los españoles hicieron durante la colonización, que fue dar nombre a aquello que ya lo tenía. Ante esa tesitura no todos siguieron la misma estrategia. Así, mientras que los franciscanos respetaron en Paraguay los nombres indígenas para sus pueblos (Yaguarón, Piribebuy, Ypacaraí…) los jesuitas en cambio impusieron en las reducciones los nombres cristianos. Ojo a la palabra misma reducciones porque es un acto de sinceridad -el lugar en el que viven los indios reducidos-, lo que es muy de agradecer en estos tiempos tiranizados por la corrección. Si uno se deja llevar por esa manía de levantar el asfalto para ver lo que hay debajo, ¿no resulta llamativo que las tres ciudades más pobladas del Paraguay se llamen Asunción, Concepción y Encarnación? La expresión del Poder, ¿verdad que da miedo?

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