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Claro que eso implica reconocer que en lugar de verdades disponemos solo de conjeturas; que es más riguroso utilizar ´como si fuera´ en vez de ´es´, y que conviene agradecer como respuesta ´yo no lo conozco´ en lugar del categórico ´no´ de los arrogantes.

Admitamos verosimilitud como el único medio posible de cartografiar el territorio, asumiendo -eso sí- que ni los vikingos llevaron jamás cascos con cuernos ni Bogart dijo nunca ´tócala otra vez, Sam´; y que Wittgenstein nos había avisado -a él no hay dios que lo entienda, tal vez por eso lo dijo- de que:

…a la gente no la comprendemos, aun conociendo su lengua y sabiendo lo que dicen.

Acordémonos también de lo que propugnaba Goebbels -sí, el nazi al que Giménez Caballero regaló un capote de torero-:

Una mentira mil veces repetida se convierte en una verdad.

José María Aznar se lo creyó a pies juntillas, y de ahí vino luego el empeño en las armas de destrucción masiva y en la responsabilidad de ETA tras los atentados de Atocha.

Y no olvidemos tampoco a Bauman, que lleva tropecientos libros anunciándonos la llegada de la realidad líquida.37

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