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Vale la pena recordar que, de Somoza, Henry Kissinger había dicho: sí, es un hijo de puta; pero es nuestro hijo de puta, repitiendo las mismas palabras que -antes que él- Franklin D. Roosevelt había dirigido a Somoza padre.

Y no está de más tampoco recordar que, perdido el poder, Anastasio Somoza se refugió en Asunción a las faldas de Stroessner, dispuesto a disfrutar de lo robado.

No pudo. El 17 de octubre de 1980 un comando argentino liderado por Gorriarán Merlo el Pelado disparó un lanzacohetes contra su mercedes blanco (como el de la canción de Kiko Veneno). Fue en la avenida España de Asunción (entonces se llamaba Generalísimo Franco). A apenas tres cuadras de la casa en la que yo viví con mi familia entre 2010 y 2017.

El triunfo sandinista en el patio trasero de Estados Unidos modificaba el mapa geoestratégico. Desde la revolución cubana, justo veinte años antes -quedaban todavía diez para que cayera el muro de Berlín- nada había suscitado tanto entusiasmo en la izquierda, y alentaba especialmente a las numerosas guerrillas latinoamericanas. Una de las consignas favoritas durante los años siguientes fue Nicaragua ya venció, El Salvador vencerá y Guatemala le seguirá. Renacía la consigna del Ché en la Conferencia Tricontinental de crear uno, dos, tres Vietnam y el himno sandinista llamaba a los yankees enemigos de la humanidad.53

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