Читать книгу Polarizados. ¿Por qué preferimos la grieta? (aunque digamos lo contrario) онлайн

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La actual etapa política –rápidamente recargada de polarización política pese a la “voluntad acuerdista” inicial contenida en la promesa albertista– y la pandemia operan entonces como verificadores de la fuerza con la que actúa la ley de gravedad de la vida pública contemporánea.

Hasta aquí nos ocupamos de los signos visibles a través de los cuales se viene manifestando esta “fuerza gravitacional”. Ahora bien, la polarización tiene diversas dimensiones y admite diferentes abordajes. Por un lado, se la ha identificado como el fin del centro político-ideológico para los partidos, los medios y los discursos sociales. En efecto, la expansión del enfrentamiento político y del conflicto en los extremos como modo “normal” de funcionamiento discursivo e institucional de la política trastorna muchas teorías que hasta hace poco pretendían explicar la dinámica política como una dinámica de los acuerdos, del diálogo, y por lo tanto donde la discursividad tenía todos los incentivos para colocarse siempre en el centro. Sin embargo, la polarización como fenómeno global (cuyos contenidos cambian pero no su intensidad y sobre todo sus formas de organizar al espacio público) comenzó a ser interpretada como “el retorno de lo reprimido”, como el regreso del conflicto como centro de gravedad de la actividad política democrática.

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