Читать книгу Polarizados. ¿Por qué preferimos la grieta? (aunque digamos lo contrario) онлайн

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En este panorama, Cristina Fernández de Kirchner resulta una figura central ya que, de algún modo, es la gran organizadora de las pasiones y es a quien se identifica demasiado rápidamente como una productora compulsiva de polarización política y de división. Debemos tener presente que en 2007, la entonces candidata a presidenta del oficialismo edificó su primera campaña electoral en la promesa de chilenización de la concertación oficialista, donde la “institucionalización y el reformismo” eran ejes centrales de aquella constelación discursiva y de aquella fórmula, en la que participó incluso un sector muy importante del radicalismo. Era la época de la transversalidad resumida en Cristina, Cobos y Vos. Pero luego, las cosas tomaron otro rumbo. Muy poco tiempo después, sobre todo después de la crisis de la Resolución 125 en el año 2008, Cristina Fernández fue el objeto de todos los ataques opositores y su propio discurso acompañó también un camino de polarización con el que fidelizó un respaldo electoral muy importante. Desde entonces, nunca dejó de ser la gran organizadora de las pasiones en el escenario político argentino.

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