Читать книгу Polarizados. ¿Por qué preferimos la grieta? (aunque digamos lo contrario) онлайн

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Finalmente ¿cuál es la causa, la ley de la ley? Más que como una competencia entre explicaciones, preferimos pensar la diversidad de las argumentaciones expuestas como el signo que acredita que estamos ante un fenómeno complejo, y que exige aproximaciones desde perspectivas muy diversas, y que solo en conjunto será posible retratar la ley de nuestro tiempo. A lo largo de este libro, a través de los aportes de autores y perspectivas distintas, nos ocuparemos de muchos de los aspectos referidos al proceso de polarización política que estructura la escena pública nacional.

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Como hemos dicho más arriba, cuando hablamos de “polarización” no nos referimos a una dimensión específica de la realidad social ni mucho menos a un fenómeno estrictamente partidario o de orden politológico. Polarización tampoco debe entenderse como sinónimo de “bipartidismo”; es un concepto mucho más amplio que no concierne solamente al sistema político. Casi podríamos decir que no le concierne ni siquiera principalmente. En este sentido, nos parece conveniente pensar la polarización como un determinado momento o tipo de configuración del espacio público: la polarización actúa –como dijimos antes– como la ley de la gravedad que le da forma, que lo estructura. Por supuesto, estamos hablando de un espacio público que dista mucho del ideal republicano de los siglos XVIII y XIX y menos aún de aquel propio del siglo XX. No se trata de una escena de iguales que deliberan en la plaza pública sino de un espacio público crepuscular, donde reina la desconfianza, donde las palabras tienen el sentido que yo quiero otorgarles y donde el otro se ha vuelto un personaje oscuro y amenazante. No es el mundo de la Aufklärung que celebraba Kant sino el reino del desasosiego, de la aceptación de las desigualdades y del resentimiento hacia el otro, una época de pasiones tristes como la denominó François Dubet.

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