Читать книгу Viene clareando онлайн

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Porque era su orgullo que sus hijos habían tenido siempre algo que ponerse en los pies y un guardapolvo limpio.

—¡Para eso usted tiene una madre! —me decía— ¡La suya!

Porque nosotros no íbamos a ser como los demás chicos de la villa, porque para eso ella tenía dos brazos y espaldas de toro.

Fui a la escuela Sarmiento que depende de la Universidad, de la que egresé con la medalla de oro. Mi madre decidió que yo no correría su misma suerte y no dejó nunca que trabajara, me exigió que alcanzara siempre las más altas calificaciones, porque el sexto grado, que era todo lo que ella había hecho en La Rioja, le había servido para tener la convicción de que este era el país de las oportunidades, del ahorro, del progreso a fuerza de estudio y de trabajo, y que el sacrificio indefectiblemente lleva premio y que un título es ahora y por siempre lo más importante que un hijo de la villa o del campo puede conseguir, y que los pobres mayormente lo son por ser vagos y borrachos, y que por eso ella en las elecciones votaba a Manrique, un militar, un hombre presentable.

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